Argentina volvió a importar gas desde Bolivia

Esta semana, la Argentina retomó la compra de gas natural boliviano a pesar de que el 4 de noviembre se completó la obra del Gasoducto Norte, diseñada para cubrir la demanda local con gas proveniente de Vaca Muerta.  

Según datos del Ente Nacional Regulador del Gas (Enargas), el martes se importaron 1,5 millones de metros cúbicos de Bolivia, una cifra que se repitió el miércoles y que se proyecta similar en los próximos días.  

Una fuente oficial explicó que "el motivo es la falta de finalización del tramo Mercedes-Cardales, crucial para abastecer al norte del país". Este tramo incompleto restringe el flujo de gas y dificulta satisfacer la demanda energética en la región.  

Desde mediados de septiembre, la importación de gas boliviano se había suspendido tras la finalización del contrato vigente desde 2006. En su lugar, se optó por adquirir gas natural licuado (GNL) desde Chile, a un costo considerablemente más alto.  

El precio fue un factor clave para retomar el suministro boliviano, ya que mientras el GNL chileno ronda los u$s 20 por millón de BTU, Bolivia ofrece un precio más competitivo, cercano a los u$s 8 por millón de BTU. 

La obra de reversión del Gasoducto Norte, inaugurada en Córdoba, tiene capacidad para transportar 5 millones de metros cúbicos de gas diarios, con la posibilidad de ampliarse en una segunda etapa. Este proyecto busca beneficiar a las provincias de Córdoba, Tucumán, La Rioja, Catamarca, Santiago del Estero, Salta y Jujuy.  

Con una inversión total de u$s 713 millones, de los cuales u$s 530 millones provinieron del Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF), la obra fue inicialmente impulsada por el exministro de Economía Sergio Massa y continuada bajo la gestión de Javier Milei.  

El proyecto original, que incluye el tramo entre La Carlota y Tío Pujio, promete un ahorro de cerca de u$s 2.000 millones de dólares anuales en importaciones desde 2024. Sin embargo, retrasos en el proceso de licitación durante ambas gestiones obligaron al país a recurrir nuevamente al suministro boliviano y al uso de electricidad importada desde Brasil para cubrir la demanda energética.