Libertad Digital
No hay, no existen, no se inventaron manos capaces de contener tanta emoción. Angel Di María lo comprueba al llevarse las palmas a la cara para cubrirse, para tratar, infructuosamente, de apresar esas lágrimas que le brotan desde el alma. Los homenajes se hacen en vida y Fideo recibió su merecido reconocimiento en la previa del partido contra Chile. En el césped del Monumental, mismo estadio que lo vio debutar un 6 de septiembre de 2008, tras su excelsa participación en los Juegos Olímpicos de Beijing, uno de los futbolistas más determinantes de la historia de la Selección le puso punto final a su carrera con la camiseta celeste y blanca. Se va el jugador, nace el hincha. La leyenda.
“Es un momento difícil para poder hablar, tengo muchos sentimientos por dentro”, comenzó diciendo Fideo, acompañado de su esposa, Jorgelina, y de sus hijas Mía y Pía. “Quiero agradecer a toda la gente que trabaja en la AFA, a mis entrenadores, a mis compañeros. Tuve la suerte de compartir plantel con varias generaciones de jugadores con los que no tuvimos la suerte de ganar nada. Y quiero agradecer también a estos chicos que me dieron la posibilidad de ganar todo”, agregó Fideo, al borde del llanto, y volvió a agradecer a su familia, a sus papás, a su mujer, a quienes “estuvieron en las malas”. Y prometió volver a la cancha como simpatizante, para alentar a una Selección que, según consideró, seguramente seguirá ganando cosas.
“Estoy agradecido y soy un hincha más, voy a estar en los Mundiales y en las Copas América”, prometió, ya desde la otra vereda.
Nacido el Día de los Enamorados de 1998, consiguió el amor eterno de un país que tardó en quererlo de forma unánime. Criado en una humilde casa de la calle Perdriel, en el Barrio Alberdi de Rosario, Angelito golpeó tanto la pared que al final se rompió. La rompió. Y se puso al equipo al hombro, una y otra vez, a pesar de las dificultades. Como cuando Diana, su mamá, pedaleaba 18 kilómetros hasta el predio de Rosario Central, porque era el fútbol, y nada más que el fútbol, el mejor combustible para llegar a la meta. En subida, en bajada, pasando por los barrios más peligrosos, bajo la lluvia, con frío, de noche. En las buenas y en las malas. Siempre.
A los 14 jugaba por plata y a los 20 jugaba por la gloria. Se consagró en Beijing, triunfó en Benfica y Real Madrid. Fue campeón en la Juve, el United y el PSG. Fue feliz en la Selección.
145 partidos, 31 goles, 32 asistencias y cinco títulos completan el palmarés del jugador más decisivo del ciclo Scaloni y uno de los grandes héroes de la historia de la Selección. Batalló contra las críticas, contra las lesiones, contra los fantasmas. Se perdió la final de 2014 por un desgarro en cuartos. Contra Chile en la Copa América 2015 duró 29 minutos en cancha. No se le dio tampoco en 2016. Ni en Rusia 2018. Ni Scaloni lo tuvo en cuenta al inicio de su ciclo. El resto es historia conocida: gol a Brasil para levantar la Copa América en el Maracaná; gol a Italia en Wembley para encaminar la Finalissima; gol a Francia para ponerse 2-0 en la final del Mundial. Antes, un grito que valió oro: a Nigeria en los Juegos. Y otro a Suiza para avanzar a semis de Brasil 2014. Cualquier homenaje queda chico para una estrella de su talla.
Una hora antes del partido, las luces del Monumental se apagaron para que Sergio Goyochea presente a un Di María vestido de civil pero con el alma celeste y blanca. Acompañado por su familia, Fideo observó un emotivo vídeo locutado por su hija Pía que lo hizo emocionarse hasta las lágrimas: “De un Angel para otro Ángel”. Un repaso por la carrera de Fideo y sus goles más importantes. Sus buenos y malos momentos. Su vida en la Selección. El cierre estuvo a cargo de Lionel Messi, con un mensaje grabado desde Estados Unidos, donde se recupera de su lesión.
“Perdón por no poder estar en esta noche tan especial para vos, estoy acá tratando de ponerme bien para volver lo antes posible. Quería desearte que disfrutes mucho de esta noche como en todo este tiempo en la Selección. Este es un homenaje más que merecido por todo lo que nos diste. ¿Quién iba a decir que todo iba a terminar de esta manera después de todo lo que vivimos juntos? Te vamos a extrañar mucho. Te quiero mucho y te deseo siempre lo mejor”, fueron las palabras del 10.
Además de la ovación del Monumental, Di Maria recibió una réplica de la Copa América de manos de Claudio Tapia y Alejandro Domínguez y disfrutó de las estrofas del tema “No me olvides” en la voz de Abel Pintos, quien también le agradeció por sus goles: “Te amamos, Fideo”. Y no. Nadie lo va a olvidar.
Por Leandro Contento para La Nación.
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