Libertad Digital
En nuestro país el reciclaje aún no forma parte de nuestras costumbres. Y entre la gran cantidad de desechos que generamos los electrónicos son los más contaminantes y los números, realmente, alarman.
Según datos de IWS, Universidad de las Naciones Unidas y la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), cada año se generan 53,6 millones de toneladas de basura tecnológica a nivel mundial y sólo se recicla el 17,4%. En Argentina se desechan 465 mil toneladas de dispositivos electrónicos por año. Es un promedio de 10,3 kg por persona.
Lo que muchas personas no saben es que estos residuos electrónicos tienen un gran valor económico: incluyen materiales como el oro, plata, cobre, platino y paladio. “De acuerdo con la UIT, hay 100 veces más oro en una tonelada de teléfonos inteligentes que en una tonelada de mineral de oro. Esto quiere decir que los depósitos más ricos de la tierra se encuentran actualmente en vertederos o en los hogares”, señala Rosario Pessini, Coordinadora de Comunicación de Eco House, una organización sin fines de lucro especializada en educación, política, economía y voluntariado para la sostenibilidad.
Por otro lado, existen muchos problemas asociados a los residuos electrónicos. El primero es la cantidad de componentes tóxicos que incluyen los dispositivos. Además, tienen metales pesados como el mercurio, que si no son tratados de manera debida terminan en rellenos sanitarios, es decir, en el ambiente.
"El otro gran inconveniente es la obsolescencia programada o planificación de vida útil de un producto. Los nuevos equipos tecnológicos son diseñados para durar poco tiempo y hasta es difícil conseguir repuestos para que sean reparados. En otras palabras, se fomenta la cultura del descarte y al no poder ser reciclados todas esas sustancias tóxicas terminan llegando a los diferentes basurales”, explica Leonel Mingo, coordinador del área de Campañas de Greenpeace.
A partir de un posteo que hicimos desde RED/ACCIÓN en Instagram, abunana.panes, una de nuestras lectoras, cuenta que suelen llevar la basura tecnológica a contenedores de la Universidad para que sean reciclados. “Creo que hay que intervenir antes, frenando la posibilidad de obsolescencia programada”, destaca.
Mingo agrega otra preocupación: las pilas. “No hay en nuestro país tecnologías para reciclarlas. Hay centros que reciclan partes de ellas, pero no totalmente. A nivel mundial tampoco existen muchas soluciones para este tema. En Francia hay unos hornos gigantes que las evaporan, pero consumen tanta energía que no se sabe con certeza si, efectivamente, es mejor o no para el ambiente”, cuenta.
La gran deuda: la gestión de residuos electrónicos necesita una ley
Los entrevistados consultados por RED/ACCIÓN coinciden en que una de las grandes deudas ambientales de nuestro país es la legislación. “Es necesaria una Ley de Presupuestos Mínimos de Gestión para este tipo de recursos. En este sentido, existen leyes nacionales (Ley N° 25.675 General del Ambiente; Ley N° 24.051 de Residuos Peligrosos; Ley N° 25.916 para la Gestión Integral de Residuos Domiciliarios), provinciales e, incluso hay leyes en CABA relacionadas con este tema. Sin embargo, estas normativas parecen no haber sido suficientes para impulsar la gestión de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEES) y otros residuos especiales de generación universal”, dice Pessini.
En otras palabras, aunque existen normativas, son resoluciones que no tienen carácter obligatorio. Primero es necesario definir si la gestión de RAEES es una competencia delegada (temas sobre los cuales las provincias cedieron su soberanía para regular a la Nación), teniendo en cuenta que la gestión de residuos es local. Si no es una competencia delegada, una resolución nacional no sería procedente, deberían ser las provincias quienes legislen al respecto. “Para mejorar la reglamentación existente y avanzar hacia políticas públicas de carácter nacional, la discusión debería ser, primero, qué tipo de norma es adecuada para establecer definiciones y qué tipo de ley debe dictarse”, suma la responsable de comunicación de Eco House.
El volumen de residuos electrónicos generados a nivel mundial ha sumado 9,2 millones de toneladas desde 2014 y, según las previsiones, alcanzará los 74,7 millones de toneladas de aquí a 2030, casi el doble en tan solo 16 años. “Teniendo en cuenta la situación en la que estamos y frente al incremento del volumen de RAEES que se prevé para los próximos años —reclama Pessini—, hoy, más que nunca, es prioritario pasar de la queja a la acción".
Qué se hace con los residuos electrónicos
Se estima que entre un 50 y un 60% de estos desechos es almacenado en hogares y pequeñas instituciones porque no saben cómo descartarlos. “Sólo entre el 10 y el 15% llega a talleres de reparación y servicios técnicos, y del 5 al 10% se recicla con el fin de recuperar materiales. Lo más preocupante es que luego de pasar un tiempo almacenado o de atravesar las distintas etapas de recuperación, se calcula que un 60% de los RAEES termina en basurales o rellenos sanitarios”, agrega Pessini.
A propósito @anitapado, otra de nuestras lectoras, dijo: “Tiendo a guardarlos. Una especie de museo de electrónicos: dispositivos de audio, teléfonos, videocassetera y DVD".
Entre las posibles soluciones a este problema, Mingo sugiere la eliminación y prohibición de metales pesados y sustancias tóxicas en la producción de equipos electrónicos. Además, considera que “otra medida es que se termine con la cultura del desecho y que se obligue, como en Europa, a que todo producto electrónico cuente con repuestos y pueda repararse por lo menos durante 10 años”.
"Por último, se encuentra el reciclado. Varios componentes de estos equipos tienen cobre y oro, que son reciclables. Si se reciclaran todos los residuos eléctricos que hay en los basurales y rellenos sanitarios del mundo entero, no se necesitaría buscar más cobre, plata, ni oro en las minas a cielo abierto, que, por cierto, tienen enormes consecuencias para el ambiente”, agrega el referente de Greenpeace.
Pero para que puedan ser reciclados o reparados más equipos es necesario el compromiso tanto de ciudadanos como de funcionarios. “Cada municipio debería contar con espacios de recepción para este tipo de residuos. Y deberían informar a la ciudadanía e invitarlos a ser parte de la iniciativa con información concreta sobre el impacto que tienen estos residuos”, propone la ejecutiva de Eco House.
¿Qué podemos hacer?
Desde luego, es fundamental una política pública para que podamos generar un verdadero cambio en torno a la gestión de RAEES. Sin embargo, nuestros cambios de hábitos también pueden ayudar a reducir este problema. En este sentido, desde nuestro lugar podemos optar por tres simples acciones:
A la hora de adquirir productos eléctricos y electrónicos, elegir aquellos de mejor calidad, para tratar de extender su vida útil.
Evitar cambiarlos si aún funcionan o procurar arreglarlos mientras se pueda. Si debemos reemplazarlos por nuevos, llevarlos a fundaciones o programas que los reciban para refaccionarlos o reciclarlos.
Evitar descartarlos con la basura diaria o desecharlos en la calle. Lo recomendable es consultar en cada municipio el lugar correcto para llevarlos. En diferentes ciudades del país existen centros de recolección de RAEES y empresas que se dedican al reciclado y a la reutilización de sus componentes.
Con esto en mente, ¿vas a ayudar a solucionar este problema?
Fuente: RedAcción
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