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Gabriela define que la oniomanía es la compulsión o adicción a las compras, y que hay gente que lo hace con ropa, con electrodomésticos, plantas, etc., puede ser con cualquier cosa. La adición no hace énfasis en el objeto en sí sino en el placer que se tiene al comprar, ya sea de manera presencial, online o desde una app. No importa el modo ni qué, sino que es esa satisfacción de comprar algo, de que lo quiero y lo tengo.
“Hay que aclarar que comprar algo que no necesito cada tanto no está mal, el problema radica en la palabra compulsión, en ese impulso repetitivo y constante que no logramos gestionar”, indicó.
Gabriela explicó que este placer que uno siente se empieza a convertir en insatisfacción, porque cada vez vamos queriendo más y nos quedamos con ganas de volver a sentir ese placer de “’lo quiero, lo tengo”. Esa dopamina nos genera insatisfacción inmediata porque nuestro cerebro se vuelve adicto; nos dice “no fue suficiente, quiero más” y de alguna manera se vuelve resistente, llegando a un punto donde se van contaminando las diferentes áreas.
“La adicción engloba todo lo que viene después, no hablar, tapar cosas, etc. Las causas pueden ser muchas: ansiedades que no logramos gestionar, sentimiento de soledad, estereotipos. También sucede muchas veces que uno se valida en base a lo material, a lo que tiene. Las razones son infinitas, pero definitivamente hay algo, y nos podemos dar cuenta porque cuando dejamos de hacer eso que nos da placer, aparece la angustia o la ansiedad. La adicción desordena lo laboral, lo económico, nuestro estado de ánimo y descanso; básicamente condiciona cómo nos sentimos”, subrayó.
“Lo que falta en esas conductas es la introspección”, afirmó, “porque de cierta manera tenemos miedo a encontrar lo que hay debajo. El adicto siempre es el último que se entera, y suele aparecer la frase ‘yo si quiero lo dejo’. Ahí es cuando se debe cuestionar: ¿Es realmente así? Si uno intenta y no puede, entonces lo ideal es buscar ayuda, al menos alguien con quien rendir cuentas, y, si vemos que no es suficiente, buscar un profesional. No se trata de juzgar ni categorizar, a veces es lo que encontramos porque pensamos que es lo que nos sirve”.
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Columnista: Gabriela Betjan
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