Creencias limitantes: qué son, cómo se forman y cómo superarlas
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Creencias limitantes: qué son, cómo se forman y cómo superarlas

La licenciada en Psicología Gabriela Betjan explicó cómo los pensamientos automáticos y las creencias centrales que se forman en la infancia pueden condicionar la vida adulta, influyendo en la forma en que las personas se relacionan, toman decisiones y enfrentan los desafíos. En diálogo con Radio Libertad, la profesional destacó que “las creencias centrales son pensamientos profundos, no ideas pasajeras, que tenemos sobre nosotros mismos, los demás y el mundo”.


15/10/2025
 /  libertaddigital.com
 -  Sociedad  /  Redacción: Soraya Casco

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Betjan señaló que muchas de esas creencias no surgen de enseñanzas explícitas, sino de experiencias interpretadas durante la niñez o adolescencia. “A veces una situación no intencional, como una mamá internada por motivos de salud, puede ser interpretada por el niño como abandono. No porque haya existido abandono real, sino porque el niño lo vivió así”, explicó.

Cómo se forman y refuerzan las creencias limitantes

La psicóloga subrayó que esas interpretaciones tempranas quedan “ancladas” en el inconsciente y se reactivan en la adultez a través de pensamientos automáticos. “Por ejemplo, alguien que aprendió que llorar es ser débil puede evitar expresar emociones toda su vida. Si alguna vez lo hace y recibe una crítica, esa experiencia refuerza la creencia original”, detalló.

Estas creencias, añadió, pueden volverse limitantes cuando impiden avanzar o generar vínculos sanos. “Se vuelven un obstáculo cuando condicionan nuestras acciones o nos hacen vivir con miedo al fracaso o al abandono. Por eso es importante preguntarnos: ¿dónde aprendí esto?, ¿por qué pienso de esta manera?”, indicó.

El proceso de cambio: observar, cuestionar y reemplazar

Betjan propuso un proceso en cuatro etapas para comenzar a reconocer y reestructurar estas ideas:

  1. Ser conscientes: “Cuando no somos conscientes, repetimos en automático. Hay que observar los pensamientos recurrentes que aparecen frente a determinadas situaciones”.

  2. Analizar y cuestionar: “Que mi mente me diga algo no significa que sea real. Hay que contrastar los pensamientos con la realidad y preguntarse: ¿qué evidencia tengo de esto?”.

  3. Refutar y reemplazar: “Una mala experiencia no determina el futuro. Que me haya ido mal una vez no quiere decir que siempre será igual”.

  4. Actuar diferente: “Después de identificar las creencias, hay que empezar a comportarse de otra forma: animarse a expresar emociones, aceptar elogios o confiar en lo que otros ven de nosotros”.

“No todo lo negativo es culpa nuestra”

La profesional también hizo referencia al llamado síndrome del impostor, una distorsión frecuente que lleva a minimizar los logros personales y exagerar los fracasos. “Tendemos a pensar que todo lo malo es nuestra culpa, pero lo bueno fue suerte o casualidad. Ese patrón mental refuerza la inseguridad y el autosabotaje”, explicó.

Finalmente, Betjan destacó que la salud mental no puede verse de forma aislada. “La salud mental es integral. Está conectada con la salud física, económica y social. No se trata solo de emociones, sino de ordenar distintos aspectos de la vida”, concluyó.

Mirá la columna de salud mental completa.

Gabriela Betjan
Columnista: Gabriela Betjan
Lic. en Psicólogía MP. N965. Orientada en Psicología clinica, abordando desde Terapia Cognitiva Conductual. Diplomada en Trastornos de ansiedad, estrés y depresión. Diplomatura en prevención y tratamiento del maltrato y abuso sexual en niños/as y adolescentes. Y diplomada en obesidad y trastornos de la conducta alimentaria.
En esta nota: #salud mental

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